Vuelvo a Masada

El palacio norte de Masada, desde el oeste.

Pocos lugares en el mundo tienen tanta magia como Masada.

Cualquiera puede darse cuenta de ello, nada más con admirar la desértica belleza del valle del Jordán desde lo alto de la montaña.

Pues Masada es algo así como una montaña. Más bien, una elevación en forma de meseta formada por procesos tectónicos naturales, en la mitad de una depresión a menos de 300 metros del nivel del mar (de hecho, el lugar más bajo del mundo): el Valle del Jordán. La altitud en la cima de Masada apenas supera el nivel del mar.

Sin duda es impresionante admirar la montaña desde la base. Pero la vista que puede apreciarse desde la cima es una experiencia difícil de igualar. Más aun a primera hora de la mañana, en que el sol se asoma por las montañas de Transjordania e ilumina el Mar Muerto.

Para ascender a la cima desde la ladera oriente hoy en día es posible tomar el teleférico, el cual comienza a funcionar desde las 8 am. Sólo los turistas más entusiastas suben a pie el llamado “Camino de la Serpiente” -el mismo que se usaba hace dos mil años- para ver el amanecer desde lo alto de Masada. Muy pocos harán ese esfuerzo más de una sola vez en su vida. Hace dos años, tuve la oportunidad de ver ese amanecer diariamente durante cuatro semanas.

Empezando este lunes, tendré la oportunidad de verlo diez veces más.

“A cada lado (del camino) hay un abismo y un precipicio muy profundo, suficiente para apagar el coraje de cualquiera por el terror que invade la mente” (F. Josefo)”

Pero Masada esconde mucho más que un lindo paisaje.

Precisamente dado lo inhóspito del clima, si alguien decidiera construir una residencia sobre Masada, tendría que estar verdaderamente loco. En invierno el calor del desierto puede ser soportable; pero el resto del año, la intensidad del sol y la total escasez de agua conducen a la muerte en pocos días. No es nada sorprendente que la cima de Masada haya estado abandonada la mayor parte de los últimos dos mil años.

Pero, ¿qué pasaría si alguien lograra construir un refugio en la cima de Masada, con bastante sombra, espacios bien ventilados, bodegas para conservar alimento, y cisternas para almacenar agua? Y ya que estamos soñando, ¿por qué no agregar un palacio y un baño romano para relajarse?

Con estas instalaciones, es difícil imaginar una fortaleza más impenetrable que Masada. El propio nombre “Metzadá” es la palabra hebrea para “fortaleza”. Sólo el logro ingenieril nos habla de un rey tan poderoso como precavido. ¿Paranoico, quizá? Pues se sentía constantemente amenazado, no sólo del exterior sino también desde el interior del reino. Y aunque estaba siempre listo, en caso de necesidad, para retirarse a su fortaleza en el desierto, es evidente que no estaba dispuesto a sacrificar la comodidad a la que estaba acostumbrado, ni siquiera en tiempos de guerra.

Se trata de Herodes el Grande, rey de Judea. Sí, el mismo Herodes que reinaba en la época que (según el evangelio de Mateo), nació Jesucristo.

Este lunes se abre la 3ra temporada de excavación arqueológica en Masada. El único chileno de un equipo internacional de arqueólogos, reportando a través del blog Oriente Antiguo y el instagram @orienteantiguo.