Las ruinas del Club Med Eleuthera

Como aficionado de la arqueología, no es necesario remarcar que me apasiona explorar ruinas arquitectónicas abandonadas. Si se trata de sitios que alojaron sociedades que vivieron en tiempos antiguos, más fascinante aún. Sin embargo, en raras ocasiones podemos experimentar la arqueología examinando ruinas de sitios que tuvieron ocupación humana en tiempos tan recientes como cien, o incluso veinte años atrás.

Al visitar, o al mostrar imágenes de un sitio arqueológico en ruinas, a menudo me preguntan, “Victor, ¿quiénes destruyeron esta ciudad?”.

Cierto, en historia antigua y especialmente en el Medio Oriente, no es infrecuente de observar el caso en que una ciudad o asentamiento es destruido en forma violenta, en contexto de una guerra, donde los residentes son masacrados por el ejército invasor y la ciudad es destruida.

Además, la enseñanza tradicional de la historia nos condicionan a memorizar el pasado como una secuencia de eventos y fechas, donde las fechas que más subrayamos son las grandes guerras y destrucciones. Por esto, cuando vemos sitios destruidos, asumimos que la destrucción fue provocada “por alguien” o un “grupo de alguienes”.

Más que documentar eventos históricos, la arqueología permite estudiar procesos históricos. Especialmente los largos períodos de ocupación y prosperidad que transcurrieron “entremedio” de estas guerras y similares ocurrencias calamitosas. En arqueología nos interesa saber cómo vivían, cómo se relacionaban, qué economía tenían, los distintos componentes de esa sociedad. Pero naturalmente, no deja de ser interesante investigar el momento, la manera, y las causas, por las que un asentamiento fue abandonado o destruido.

Como señalé anteriormente, es fácil caer en la equivocada deducción, que las ruinas que tenemos enfrente fueron provocadas por un evento abrupto y catastrófico. El fenómeno que causó el abandono puede ser abrupto, pero rara vez es tan catastrófico como para ser el causante directo de todo el daño que vemos hoy.

A menudo subestimamos lo rápido y dramático que puede ser el deterioro de las construcciones humanas por el simple hecho de estar abandonadas o descuidadas. Cualquiera que sea propietario de un inmueble podrá contarnos del costo de mantenerlo en buenas condiciones. Asimismo, cualquiera que haya sido medianamente negligente con algún inmueble podrá atestiguar el deterioro que puede apreciarse tras tres, cuatro años sin una mantención.

El Club Med Eleuthera

La isla llamada Eleuthera en el mar Caribe es hoy soberanía de la mancomunidad de las Bahamas. Fue la primera de las Bahamas en recibir colonos ingleses. Estos aventureros habían sido expulsados de la isla Bermuda en contexto de la guerra civil inglesa, por lo que zarparon en dirección suroeste en búsqueda de un lugar para practicar su religión puritana lejos del conflicto inglés.

Llegaron a esta isla en 1648, y la llamaron “libertad” en griego: Eleutheria. La isla en este momento estaba prácticamente inhabitada, pues la mayoría de los indígenas locales, los Lucayanes, habían muerto a causa de enfermedades infecciosas traídas por los españoles, y el resto habían sido llevados a otras islas, tales como Hispaniola. Los actuales bahameños “locales” son todos de origen africano.

Vamos directo al asunto que nos convoca. Las playas paradisíacas de Eleuthera fueron notadas por turistas en el transcurso del siglo XX. Hasta el día de hoy es reconocida por los conocedores del Caribe como una joya escondida, sin hoteles 5 estrellas ni canchas de golf privadas. Pero Eleuthera empezó a captar atención mundial desde que se estableció en ella un resort Club Med en los tardíos años 70.

En los tempranos años noventa, a la edad de 9 o 10, tuve la suerte de haber ido pasado unas vacaciones junto a mis padres en el Club Med. El modelo de vacaciones Club Med puede leerse en la misma página web de la empresa, pero yo no necesito que me lo cuenten. Para un niño de esa edad, es una de las experiencias más felices que uno puede tener.

Los Club Med no son simplemente resorts all-inclusive. En primer lugar, su infraestructura arquitectónica suele ser armónica con el paisaje, y no lo invade en absoluto. Las residencias de hospedaje son pequeñas casitas, unidas por un discreto camino pavimentado, todo en el espesor de la abundante vegetación que es nativa de la isla. La comida es abundante, diversa y de altísimo nivel. Adultos y niños pueden entretenerse en la más amplia variedad de deportes y actividades. No hay momento de aburrimiento o preocupación en el Club Med.

Pero el factor que unifica toda la experiencia, y que realmente marca la diferencia respecto de otros modelos de all-inclusive, son los emblemáticos Gentils Organisateurs (G.O.), embajadores del espíritu Club Med. Se trata de hombres y mujeres jóvenes, la mayoría franceses (en esa época al menos), reconocibles por sus poleras de piqué con el logo oficial, encargados con la misión de generar esta atmósfera amistosa, entusiasta y alegre que caracteriza todos los Club Med. En todo momento dispuestos a ayudar, a resolver, a animar, multilingües expertos en deporte y escenario, no pareciera que son empleados del resort, sino residentes permanentes de estas verdaderas aldeas donde todos se conocen por nombre y todos participan por igual. En algún minuto pensé, “cuando grande quiero ser G.O.”

Un típico “show final” de la semana Club Med, donde G.O.’s y niños bailan juntos en el escenario. Notar en 5:11 la tema insigne del Club Med, “Hands up (Gimme me your heart Gimme)”. Cancun 1995.
Video promocional ochentero del Club Med Eleuthera. Este tipo de imágenes es el único registro de esa época.

El Club Med Eleuthera es reconocido por muchos como uno de los mejores de su época. ¡Cuántas personas vivieron momentos inolvidables y alegres en esos veinte años! En una isla como Eleuthera, cuya economía depende casi exclusivamente del turismo, el Club Med, conectado a través de vuelo directo desde Miami con American Airlines, recibió cientos de turistas al año, generando empleo y mejorando las vidas de toda una generación de isleños. Justamente, fue la economía isleña, la que más sufrió cuando ocurrió la catástrofe.

Huracán Floyd, 1999

Huracán Floyd en South Carolina

En septiembre de 1999, varias islas de las Bahamas y la costa sudeste estadounidense fueron azotadas por el Huracán Floyd, causando destrucción de muchas viviendas, hoteles, restaurantes y tiendas. Inundaciones, cortes de servicios básicos, árboles arrancados de raiz, el huracán dejó una marca de la que no ha sido fácil recuperarse.

El Club Med Eleuthera sufrió graves daños con el huracán. Ya en aprietos financieros, la administración decidió cerrar, cobrar los seguros catastróficos y finiquitar contratos. Según entiendo hubo en algún momento trabajos de retiro de escombros. Pero ahí las ruinas están ahí, claramente identificables, expuestas a los elementos y devoradas por la fuerza implacable de la naturaleza.

El reciente enero de 2021 regresé a la isla de Eleuthera, y salí a explorar las ruinas abandonadas del Club Med. Lamentablemente no tengo la memoria para recordar y reconocer la ubicación de cada elemento arquitectónico del resort, pero hay algunos puntos de referencia inconfundibles. Los invito a revisar algunas fotos de mi visita al sitio.

Interpretando la destrucción

Veinte años. En sólo veinte años ya podemos observar este nivel de deterioro en construcciones humanas. En sólo veinte años podemos apreciar la agresividad con que la vegetación natural se apodera de un lugar abandonado por seres humanos. En este caso es evidente hubo un evento destructivo súbito, que indudablemente causó daño significativo.

Sin embargo, quizá el daño inicial no habría sido de tal magnitud para calificar el siniestro como “pérdida total”. Quizá, de haber existido mayor capital y voluntad, el resort habría podido restaurar su estructura y función. Pero al examinar un sitio en ruinas, no debemos subestimar el daño causado por “el tiempo”. La exposición, la erosión y la naturaleza.

Si en veinte años vemos las ruinas del Club Med prácticamente tapadas en vegetación, imaginen lo que sucede con sitios construidos que alojaron ocupación humana hace quinientos, mil, e incluso cinco mil años. Este es el motivo por el cual debemos “excavar” para examinar los restos antiguos. Será tarea del arqueólogo determinar el período cronológico durante el cual el sitio fue ocupado, la función general del sitio y de cada estructura que lo compone, y la manera en que el sitio fue últimamente abandonado o destruido.

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