En un día despejado en el West Bank, podemos ver el Israel que se perdió para siempre

Traducción del artículo de Bradley Burston en Haaretz (24 marzo 2019)

La visita a una líder de asentamiento cuya visión de las futuras fronteras de Israel incluye partes de Siria, Iraq, Líbano e incluso Iran.

Daniella Weiss en su casa, en el asentamiento de Kedumim.

HAVAT GILAD, West Bank — me llevó un largo tiempo, y muchas visitas al West Bank, para que me diera cuenta que éste es el lugar donde los sueños mueren.

Sueños de un Israel democrático; uno que respeta valores y minorías. Sueños de una Palestina libre e independiente. Sueños de paz.

Bradley Burston de Haaretz, en un tour por los asentamientos del West Bank con Daniella Weiss

Muchos de mis amigos tenían sueños como éstos cuando nos movimos de Norteamérica a Israel cuando éramos jóvenes en los 1970s. Pero observamos cómo nuestros sueños se aplastaban, uno tras otro, recortados, pisoteados, e intencionalmente hechos imposibles por el movimiento de asentamientos, sus aliados, y los extremistas a ambos lados que caen en su juego.

Al mismo tiempo, aquí hay numerosos colonos que te dirán, sin el mínimo milígramo de cinismo, que están viviendo su sueño.

Hace unas semanas, visité a uno de ellos, Daniella Weiss: profetisa, política, fanática, abuela.

Vine a su casa en el asentamiento de Kedumim a preguntarle, una persona cuyas antiguas predicciones del futuro en gran medida se han hecho realidad, qué es lo que ella cree que viene para Israel en el largo plazo.

Hace más de cuarenta años atrás, cuando mis amigos y yo estábamos luchando por fundar un kubbutz en Israel central, Weiss vio algo que nosotros no vimos. Era algo en los territorios ocupados; un proyecto de asentamiento, inexistente todavía, que con el tiempo llegaría a manejar el estado de Israel.

“Vine a Shomron con la idea de que se convirtiera una parte inseparable del estado de Israel” dice Weiss, usando el término hebreo para el norte del West Bank.

Weiss, con su esposo y dos hijos pequeños eran parte de un grupo de 10 familias que en 1975 se convirtieron en los primeros colonos de la región.

Desde el comienzo -incluso antes del comienzo- para ella era evidente el objetivo, las cosas que iban a ocurrir, la manera como las cosas se verían aquí: “Así como vi el pequeño estado de Israel con millones de personas, yo subía los cerros [del West Bank] para ver el estado de Israel creciendo en anchura, con millones de judíos asentándose en los cerros. Ésa era la imagen.

“Mi filosofía bloqueó la solución de dos estados”

Desde el comienzo, Weiss sintió que éste proyecto transformaría dramáticamente a Israel. Desde el comienzo, el credo de Weiss nunca cambió.

Ella deseaba entonces, y lo desea ahora, poner en pausa el país, y convertirlo a su propia manera de pensar, “porque mi revolución afecta no sólo mi vida, sino que la vida de todas las personas aquí, incluso si no lo saben“.

En ese momento, a mediados de los 70s, mientras Weiss y su grupo se establecían en tierra que en parte había sido confiscada de aldeas palestinas vecinas, mis amigos y yo estábamos construyendo una especie de “colonia Woodstock” en Gezer; jóvenes cuyos sueños se formaron por lo que creíamos que había resultado mal en Norteamérica, y que podía resultar bien en Israel.

Soñábamos que Israel podía progresar hacia una verdadera democracia social, expandiendo las redes de seguridad estatal hacia los desventajados, construyendo modelos pioneros de salud, educación, propiedad colectiva, vivienda asequible, agricultura e industria.

Para prepararme para esta nueva realidad, el movimiento kibbutz me entrenó para ser un pastor.

Lo que no pudimos darnos cuenta, lo que no quisimos reconocer, fue algo que Weiss ya detectaba: la revolución del movimiento laborista, que había fundado Israel y lo había administrado por décadas, estaba muriendo. Con el tiempo, la revolución de los colonos tomaría su lugar.

Así como los miembros de las colectividades kibbutz y moshav habían manejado tremenda influencia a través de tantas esferas de vida en Israel, especialmente en el gobierno y el ejército, serían reemplazados por los creyentes de los asentamientos y los mismos colonos -como el vecino de Weiss, el abiertamente intolerante político Bezalel Smotrich.

En su casa estilo suburbano de Kedumim -cuya población ha crecido desde esas 10 familias a casi 10.000 residentes- Weiss nos da una cordial bienvenida, un equipo de televisión de Haaretz, abiertamente visto por los colonos como una institución tan izquierdista que constituye un enemigo.

Ella y yo comprendemos que frecuentemente hemos ocupado los mismos lugares al mismo tiempo: ella como colona, yo como soldado ocupante; ella como colona, yo como un protestante anti-colonización; ella como colona, yo como periodista de un medio odiado.

Ella expresa simpatía por mi disgusto político, mis sueños obsoletos, y reconoce que el movimiento de colonos ha sido instrumental en construir la realidad que tanto aborrezco. Y aun asi, continúa, para ella el principal sentimiento es de satisfacción, “que mi filosofía tiene la mano mayor, y ciertamente, que bloqueó la solución de dos estados.

¿Cómo reaccionas -le pregunto- cuando alguien dice esas palabras; solución de dos estados?

“Primero que nada, sé que no ocurrirá. Prácticamente, vemos aquí cientos de miles de judíos. Vemos en los vecindarios orientales de Jerusalén 300.000 judíos en áreas liberadas durante la Guerra de los Seis Días; entonces, dónde habrá un estado [palestino]? Incluso Netanyahu entiende que [lo máximo] que puede conceder aquí para los árabes no es más que autonomía.”

Un estado sólo para judíos

Weiss nos lleva a un tour por el asentamiento no autorizado de Havat Gilad, “el campo de Gilad”, hace tiempo un punto de violencia. Ella tuvo un papel fundamental en la fundación del lugar, construido como memorial para el asesinato de un colono, un asesinato que derivó en actos de venganza contra palestinos y espirales de derramamiento de sangre; círculos viciosos concéntricos que todavía no se rompen.

Las colinas que nos rodean están punteadas con asentamientos. Uno de ellos, Har Bracha, tiene edificios de departamentos. Ambos estuvimos ahí cuando ella ayudó a fundarlo, en el día de la independencia 1983. Yo estaba en mi descanso de mi reserva militar en el Líbano, yo y mi esposa embarazada entre un grupo de protestantes de Peace Now, esperando detener a los colonos. Le pregunto a Weiss que mire nuevamente hacia el futuro.

“Te gustaría que Israel se expandiera más allá, más allá de Gaza, Judea y Samaria? ¿Te gustaría que Israel se expandiera más allá del río Jordán?”

“Si, quisiera que la nación Judía tuviera la tierra prometida de la Biblia; la tierra que fue prometida a Abraham, Isaac y Jacob, desde el Éufrates al Nilo. Y estoy segura que así será. Por supuesto, no puedo saber cuántos años demorará, porque ésto no fue especificado por nuestros profetas”

“Y qué me dices del sur del Líbano?”

“Es parte de ella. De todo. Incluso partes de Siria. Partes de Iraq. Partes de Iran. Es enorme! Ésta es la tierra prometida. La única pregutna que tengo es, ‘¿Por qué toma tanto tiempo?’ Pero también aprendo de los profetas que el plan de Dios no es un plan humano.”

“Crees que tienes alguna manera de convencer a la gente que ésta es una buena idea?”

“He convencido a muchos. Toda la gente que está conectada con un movimiento que yo administro, y muchas, muchas, muchas personas religiosas están seguras que éste será el futuro. Muchas personas creen en él.”

“Cuando el partido Likud era Herut”, dice, refiriéndose al partido firmemente derechista fundado por Menachem Begin en 1948, “cuando era [Ze’ev] Jabotinsky, los partidos de derecha y los movimientos creían en la tierra prometida en términos bíblicos. De manera que no veo nada extremo en mi abordaje. Éste es el abordaje judío básico. Mientras más claro hagamos este punto, mejor será para todos nosotros -para judíos y árabes igual. Que éste será un estado sólo para judíos.”

“Cómo será la vida en ese futuro Israel?”

“Creo que el futuro del estado de Israel es un país religioso, administrado con leyes religiosas. Sí, así lo creo.

Sólo cuando tomes la biblia completamente, entera, a nivel personal y nacional, humano y universal, sólo entonces te sentirás libre.”

Cambio el tema. O así lo creo.

“Digamos que bajo una cierta administración en Washington y cierta coalición en Israel, el gobierno decide que es tiempo de mover a los colonos a otro lado. Cómo te sientes con esa idea?”

“No dejaremos que ocurra. Sé que ocurrió allá -se que ocurrió en Gaza. Estoy consciente de esto. Pero gracias a Dios, aquí ya hemos pasado la línea en que esas cosas podrían pasar de nuevo. Porque en las comunidades por aquí son 500.000 judíos -medio millón de judíos. Y esto es poder. Evacuar aquí significa cinco veces la evacuación de judíos de España.

“¿Te opones a la evacuación de incluso uno?”

“Incluso un colono.”

“¿Desde cualquier parte, incluso desde asentamientos que Israel considera completamente ilegales?”

“Sin duda” -dice, y añade- “el movimiento de colonización es muy fuerte, y afecta todos los campos de la sociedad israelí, su atmósfera y su política.”

Ella nota que hay ahora 250 asentamientos en el West Bank, cerca del total de números de kibbutzim que existían cuando fundamos Gezer.

Al final, nuestro pequeño kibbutz, un movimiento laborista moribundo y las debilidades e inconsistencias de la democracia Israelí no eran rival para la cruzada de los colonos, con su visión del Antiguo Testamento, y su antipatía al compromiso.

“Podría pasar mi vida como una abuela. No, pero estoy dedicada a la alianza entre Dios y la nación judía, en el Sinaí, donde nos dio órdenes. Lo que veo es la bendición directa de Dios. Ahora estamos en tiempos de redención. Y en tiempos de redención, la bendición de Dios es inmediata.”

Había venido al West Bank para ver cómo lo habían hecho. Cómo es que ganaron. Cómo arruinaron cualquier chance de que el extraordinario Israel al que teníamos la esperanza se hiciera realidad cuando nos vinimos.

Lo que aprendí es que los colonos no están ni cerca de haber terminado.

“Tienes que lavar cerebros a cada rato”

Cuando hablo con judíos norteamericanos jóvenes, por lejos el elemento más fuerte de su alienación de Israel es el movimiento de colonización, la fuerza de la ocupación y lo que la ocupación representa en términos de la negación de derechos a millones de palestinos.

“Es muy claro para mí por qué las generaciones judías jóvenes en los Estados Unidos están tan ofendidos por lo que personas como yo hacemos aquí” -dice Weiss- “es muy claro”.

“La gente me dice, ¿por qué no explicas a los judíos de los Estados Unidos exactamente lo que está en tu pensamiento? Yo explico, tienes que lavar cerebros a cada rato. Tienes que decirlo, explicarlo, vivirlo, aguantarlo.”

“Sabes, tenemos una confrontación familiar”, continúa. “Mi esposo me dice cada semana, ‘Por qué le hablas a nuestros niños siempre del Sionismo, de pioneros en Judea y Samaria, de colonizar y colonizar?’ Toda mi familia somos colonos acá. Porque ésta es la única manera de continuar el Sionismo. Porque si no hay entusiasmo, no hay sexo. Si no hay sexo, no hay embarazos. Si no hay embarazos, no hay bebés. Éste es el problema en los Estados Unidos hoy”.

“También, respecto a la generación de judíos jóvenes, cuando vengan aquí, si es que vienen, y vivan acá unos meses, y encuentren dificultades, y aguanten lo que nosotros aguantamos, no sólo en los asentamientos pero en el estado de Israel, gradualmente cambiarán de opinión”.

“Ahora, tú vives acá, y tú sabes las cosas que he dicho, y tú no cambias de opinión, y te preguntarás ‘¿por qué es que el lavado de cerebro no funcionó en mí?’ Porque no lo apliqué contigo. Dos horas de reunión no es un lavado de cerebro. Yo se lo hago a mis hijos un par de horas todos los días.”

Déjenme sugerirles por qué el lavado de cerebro no funcionó en mí. En un uniforme del ejército israelí pasé por bastante lavado de cerebro de muchas personas en varios idiomas. En el contexto de ese uniforme ocupé el norte del Sinaí, el sur del Líbano, ésta area, Gaza, Jerusalén oriental, y ocupé todo lo que se podía ocupar. Y todo lo que saqué en limpio fue: “está ocupado”. Es todo lo que he podido sacar en limpio.

“Esto me lleva a mi análisis de la mente de izquierda.”

Previamente en nuestra conversación, cuando le había dicho a Weiss que no compraría vino hecho en su asentamiento, ni de ningún asentamiento del West Bank, ella me dijo que ésto no le molestaba en absoluto. Dijo, “hay una mente de derecha y una mente de izquierda. Éstas son dos creaciones muy distintas. Tú tienes una mente de izquierda.”

“Digamos que su victoria es definitiva. El West Bank se queda en manos israelíes. Por qué los palestinos aquí no deberían tener todos los derechos, en particular el derecho a votar?”

“El motivo de que los árabes de Judea y Samaria no pueden tener el derecho a votar por el Knesset es porque es peligroso para el futuro de la nación judía en la tierra de Israel.”

En el futuro, continúa “todo se convertirá en un estado judío. Los árabes pueden estar aquí [en el West Bank], no cono ciudadanos con derechos completos pero sólo derechos humanos. Pero no el derecho de votar en el Knesset.”

No tiene sentido cambiar lo que David Ben-Gurion hizo al entregar ciudadanía a los árabes dentro de las fronteras pre-1967, continúa, “pero por ningún motivo podemos ampliar los derechos de los árabes para votar en el Knesset, que Dios no lo quiera, a los árabes que viven aquí.”

¿Por qué los Palestinos deberían estar de acuerdo con esto?

“Si decimos estas palabras claramente, y nos mantenemos seguros de que es la verdad -y no es anti-democrático, y no es contra el orgullo humano- entonces los árabes se verán afectados. Ellos sabrán que los judíos hemos venido a quedarnos. Para siempre.”

Menciono que el presidente Reuven Rivlin del partido Herut y la generación que fundó Likud ha sugerido que los palestinos del West Bank serán incluidos en el derecho a votar en las elecciones Israelíes.

“Rivlin”, ríe, “se ha convertido en un izquierdista desde que se convirtió en presidente”.

“Algunos en la ultra-derecha creen que la solución es expulsar a los palestinos de aquí; transferirlos”.

“No creo mucho en la idea de transferencia. Creo que lo correcto para nosotros -nosotros los judíos- es establecer más y más comunidades [en el West Bank] y animar a más y más judíos que vengan a Israel. Inmigración de los Estados Unidos, de Inglaterra, de Francia.”

Esto, después de todos estos años, es lo que sé, y lo que Daniella Weiss no sabe:

Ellos no vendrán. Esos millones de judíos de America. Ahora ya no vendrán. No vendrán específicamente por lo que el movimiento de colonos le ha hecho a Israel. Y así es como me retiro: “estoy preocupado. Estoy preocupado que éste es el lugar que llevará al fin de Israel.

“Oh, no”, dice, con la más amplia de las sonrisas, Pero no en una manera cruel. Ella es absolutamente sincera. “Este es el futuro de Israel”.

Bradley Burston – Haaretz Correspondent

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