
En el siglo 7 antes de Cristo, la ciudad más poderosa del mundo no era Nueva York, Londres, Roma, ni mucho menos Jerusalén.
Era Nínive, capital del imperio asirio; ubicada a orillas del Tigris sobre el lugar que hoy ocupa la ciudad del norte de Iraq llamada Mosul.
Pero el imperio asirio se estaba debilitando, a la vez que Egipto y Babilonia se estaban fortaleciendo. En el año 612 aC, Nínive fue destruida por una coalición de Babilonios y Medos. El rey asirio buscó refugio hacia el oeste, en la ciudad de Harrán. Pero en el 610 Harrán también fue capturada por los babilonios, y el rey asirio tuvo que retirarse aun más al oeste, a la ciudad de Carchemish (“Kar-ke-mish”) sobre el Éufrates.
Allí esperaría los refuerzos de su aliado, Necao II rey de Egipto.
Entre Asiria y Egipto se encontraba el pequeño reino de Judá; no más grande en diámetro que la distancia entre Santiago centro y Melipilla. Los reyes de Judá habían sido vasallos de Asiria durante casi un siglo, y ahora respondían a Egipto. Pero los días de la alianza asirio-egipcia estaban contados. Quizá ésta era la oportunidad de buscar la independencia.
Josías, rey de Judá, intentó detener el avance del rey de Egipto, pero fracasó y murió en la batalla de Megiddo (609 aC).

La Muerte del rey Josías – Francesco Conti. Las armaduras de los soldados, muy al estilo siglo 17, no representan en absoluto los atuendos levantinos del siglo 7 antes de Cristo.
Nabucodonosor II
Quizá a causa del retraso que Necao II enfrentó en Megiddo, la alianza asirio-egipcia no fue capaz de retomar Harran en el 609.
Luego, el año 605 fue un año crítico en la historia de la humanidad.
Nabopolasar, rey de Babilonia, ya enfermo, le transfirió el comando de los ejércitos a su hijo Nabucodonosor II. El príncipe heredero fue el vencedor en la batalla de Carchemish (605), la que marcó el gran final del imperio asirio, e infligió un severo golpe a los egipcios.
Ese mismo año el rey Nabopolasar murió en Babilonia. Así es como Nabucodonosor II se convierte en el rey más poderoso de todo el Medio Oriente, y probablemente el individuo más poderoso del planeta.
Se esperaba que todas las naciones al oeste del Éufrates (Siria, Libano, Palestina) se rindieran ante el nuevo emperador. Pero para asegurarse que no hubiera resistencia, Nabucodonosor tendría que acudir personalmente a exigir su tributo.
Sion: la eterna, la impenetrable
En 604, el rey de Ashkelon se negó a pagar tributo a Nabucodonosor. Ese mismo invierno pasando al año 603, Ashkelon fue reducida a escombros.
Todos los reinos locales del Levante aprendieron la lección y se rindieron ante el rey babilonio. Incluyendo el rey Yehoyaquím de Judá, hijo de Josías.
Tres años después, Nabucodonosor decide atacar Egipto, pero la campaña resulta en un desastre. ¿Era ésta una señal de que los dioses habían abandonado a Nabucodonosor? Yehoyaquím y sus ministros así lo pensaron. Además, Jerusalén, la capital de Judá, era el lugar de residencia del dios Yahweh.
Por este motivo se creía que Jerusalén -también llamada ציון (tsion según la pronunciación hebrea moderna, motivo por el cual en inglés se usa la “Z” de Zion como la palabra “pizza”)- nunca podía caer.
Yahweh era la garantía de que Sion era invulnerable.
Era hora de rebelarse contra el dominio babilonio; pero el profeta Jeremías no estaba de acuerdo. Jeremías advertía que Jerusalén caería si no se cumplían los mandatos de Yahweh, pues su protección sobre la ciudad no era incondicional.
Y la voluntad de Yahweh era que Judá se postrara ante el rey de Babilonia.
Éstas cosas escribió Jeremías en un rollo, pero el rey Yehoyaquím no quiso escuchar y quemó sus escritos frente a toda la corte. Jeremías fue puesto en prisión, acusado de ser un colaborador de los babilonios.

Yehoyaquím quema los escritos de Jeremías
Jeremías tenía razón

Tableta cuneiforme ABC 5 del British Museum.
“En el séptimo año, en el mes de Kislimu (כסלו) el rey de Akkad movió su ejército a la tierra Hatti, montó asedio a la ciudad de Ya-udu, y en el segundo día del mes de Addaru (אדר), el rey capturó la ciudad. Nombró en ella a un nuevo rey de su preferencia, y se llevó un gran botín a Babilonia”.
En el año 597, los babilonios atacaron Jerusalén. El rey Yehoyaquím murió en el asedio, y su hermano Sedequías fue designado rey de Judá por el mismo Nabucodonosor.
Muchos judaítas fueron deportados a Babilonia. ¡Pero Sión seguía en pie!
Las dos superpotencias -Egipto y Babilonia- empezaban a entender que el control de Judá era fundamental. El faraón egipcio le ofreció una alianza a Sedequías, y él decidió aceptarla. ¿Qué tanto podía pasar? Una y otra vez Sión había demostrado ser invulnerable.
Sin embargo, Nabucodonosor no perdonó una segunda rebelión. En el año 586, los ejércitos babilonios arrasaron con Jerusalén y con el templo de Yahweh.
Yahweh había abandonado a Sion y a la casa de David.
El León de Judá
Tras la destrucción de Jerusalén, el resto de la alta sociedad judaíta fue deportada a Babilonia. Según las escrituras, en la tierra permanecieron sólo los campesinos y “los más pobres”.
Dos generaciones de judaítas alcanzaron a nacer en Babilonia. Diariamente tendrían que haber visto la puerta de Ishtar y la vía procesional, con imágenes que representaban las deidades mesopotámicas. Una de las imágenes más repetitivas en el mundo asirio y babilonio era la del león.
¿Es posible que el símbolo del León haya sido adoptado por los judaítas en su contacto con Babilonia? (Genesis 49:9)

Reconstrucción de la puerta de Ishtar en Babilonia
- León de Ishtar en las puertas de Babilonia
- Impresión de estampado sobre asas de vasija con figura de León, datadas al siglo 6 aC. Encontrada en la periferia de Jerusalén.
- León de Judá, símbolo israelí de la ciudad de Jerusalén
- León de Judá en la bandera de Etiopía y el movimiento Rastafari
¿Y qué tiene que ver el Sionismo? Pronto la parte 4.







