Tocar madera… de dos mil años de antigüedad

La Piedra de la Unción, a la entrada de la Iglesia del Santo Sepulcro.

Muchos cristianos vienen a la Tierra Santa para visitar los lugares donde estuvo Jesucristo.

El sólo hecho de poder tocar un suelo, una roca, o cualquier objeto que Jesús posiblemente también haya tocado hace casi dos mil años, es una expectativa extasiante para cualquier religioso.

Sin embargo, una rápida revisión de la historia física de estos lugares revelará una realidad decepcionante.

La llamada “Vía Dolorosa” en Jerusalén, que traza las estaciones que (supuestamente) siguió Jesús cargando la cruz hacia Gólgota, es una de las principales atracciones para turistas en la ciudad vieja. Lo que la mayoría ignora es que el suelo del período del Segundo Templo (la época de Jesús) está varios metros por debajo del suelo actual.

La superficie de piedra que los turistas tocan y besan a la entrada de la Iglesia del Santo Sepulcro (donde se cree que el cuerpo de Jesús fue preparado para la sepultura) fue instalada en su lugar recién en el año 1810.

El aedicule contiene lo que queda de la piedra caliza que fue la tumba de Jesús. Para ingresar al aedicule hay que ponerse a la fila de turistas, y una vez adentro es posible arrodillarse y tocar una superficie. Sin embargo, esta superficie es una placa de mármol que cubre y protege la piedra caliza original.

El Aedicule que protege la tumba de Jesucristo (Iglesia del Santo Sepulcro)

La experiencia táctil más verdadera es el agujero a través del cual es posible pasar la mano y tocar la piedra de Calvario, donde (supuestamente) fue colocada la cruz.

Relicuario de la Vera Croce

Si el pequeño trozo de madera encerrado en un relicuario de plata en la Iglesia del Santo Sepulcro perteneció o no a la Vera Croce, o la “Cruz Verdadera” sobre la cual Cristo fue crucificado, a estas alturas es casi imposible de comprobar.

El asunto es que, bajo condiciones habituales y al igual que cualquier material orgánico, la madera se pudre y se descompone al cabo de pocos años. Ningún trozo de madera podría haber sobrevivido dos mil años, a no ser  de que haya sido tempranamente tratada y almacenada bajo estricto aislamiento.

Madera que ha resistido dos mil años

Pocos turistas suben Masada desde la ladera occidente, ya que lo más lógico sería incluir Masada en contexto de un tour por la orilla del mar Muerto. Para visitar Masada desde la ladera occidente hay que darse una vuelta de una hora, pasando por lugares de poco interés turístico.

Fue una suerte que el teleférico (ladera oriente) estuviera fuera de servicio durante toda la semana del 27 de enero, y que nuestro equipo de arqueólogos de la Universidad de Tel Aviv durante cinco días tuvo que subir a la cima desde la ladera occidente.

La ladera occidental tiene una característica extraordinaria: la enorme rampa de asedio que construyeron los soldados romanos de la Legión X Fretensis en el año 73 después de Cristo, la cual se ha conservado prácticamente intacta hasta el presente.

Justamente, dadas las extremas condiciones climáticas que caracterizan al valle del mar Muerto, es que muchos restos orgánicos pueden conservarse durante varios miles de años.

Este es uno de los pocos lugares de la llamada “Tierra Santa” donde es posible tocar un auténtico trozo de madera cercano a la época de Cristo. Entre la tierra compactada de la rampa de asedio romana se asoman varios troncos que, con total seguridad pertenecieron a un árbol local hace casi dos mil años.